La costumbre de estrechar las manos a manera de saludo es algo que se practica en todo el mundo, y no únicamente en las civilizaciones occidentales.
Este saludo data de los días en que las personas solían habitar en pequeñas comunidades aisladas, cazando para comer, y el contacto con el mundo exterior a través de visitantes era escaso.
Cuando aparecía un extraño, usualmente se lo percibía como una amenaza, y con el fin de dejar en claro que no tenía intenciones agresivas y generar un nivel básico de confianza, el visitante indicaba de alguna manera que no llevaba armas. Dado que la mayor parte de las personas es diestra y utiliza la mano derecha para blandir armas, estrechar esta mano indicaba que estaba desarmado (naturalmente, esto dejaba a los zurdos una magnífica oportunidad para atacar al adversario).
Con el paso del tiempo y el uso de espadas y puñales en la Edad Media, estrechar manos se convirtió en una manera usual de enseñar que no se llevaban armas bajo las ropas. Dado que las mujeres no eran percibidas como una amenaza, estas no estrechaban la mano.
También es importante señalar que la mano izquierda siempre ha sido considerada la que se utiliza para tareas higiénicas, y nunca se empleaba para comer, dar o recibir ni, por extensión, saludar, tanto en zurdos como diestros.
Finalmente, en Inglaterra, como parte de las reformas durante la era victoriana, los besos en público de cualquier tipo fueron catalogados como socialmente inaceptables, con lo que el apretón de manos se puso de moda entre hombres y mujeres como una forma conveniente de mantener a las personas a una distancia adecuada.
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