El oído y el olfato son las grandes bazas de nuestros perros. ¿Cómo podemos cuidar o comunicarnos con uno que no oye? En contra de lo que cabría pensar, es mucho más sencillo de lo que parece. Eso sí, hay que armarse de paciencia y disposición.

Lo primero es desterrar todos los posibles mitos que pueden girar en torno a estas mascotas. Un perro sordo no tiene por qué ser menos vivaz y juguetón, o más agresivo y gruñón, que uno que no tenga este problema. Es cierto que pueden ser más asustadizos porque carecen de ese sentido tan importante que les avisa de lo que tienen a su alrededor. Y quizás es ésa la primera lección que debemos tener en mente: tratar de acercarnos a él siempre por delante, para que pueda vernos. O al menos colocando nuestra mano para que nos huela y sepa quiénes somos, fundamentalmente si están dormidos.

Elaborar un lenguaje propio es la clave

¿Y cómo llamar su atención si no puede oírnos? Creando una vibración en el suelo, golpeando con el pie, por ejemplo. Es importante que siempre lo hagamos del mismo modo para que la asocien a nosotros. Y por supuesto, debemos reforzar y desarrollar aún más de lo habitual la empatía que todos notamos con nuestras mascotas. Muchos amos crean vínculos poderosos, auténticos lenguajes de signos propios con sus perros sordos. No hay que olvidar que ellos estarán dispuestos a aprender, por lo que lo principal es que nosotros también tengamos el mismo deseo intenso de enseñarles.

Hay otras medidas de precaución, como las de no dejarles nunca sin correa en la calle, que no podremos olvidar nunca. Puede que tener una de estas mascotas no sea un trayecto fácil, pero muchas personas lo hacen gustosas, adoptando a perros como éstos que tal vez no cuentan con la aceptación de otras familias. Si os lo habéis planteado alguna vez, seguro que no os arrepentiréis: aprenderéis valiosas lecciones sobre comunicación que os servirán no sólo con el animal, sino también en vuestro día a día.

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GIOVANNI Mendieta

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